La respiración en la danza 2

LESIONES EN LA DANZA 

A lo largo de la vida profesional del bailarín se producen un gran número de lesiones que pueden condicionar de manera siempre negativa y con mayor o menor intensidad el desarrollo intelectual y artístico de quienes las sufren.

Por Francisco Manzanera Aparicio



El abanico de lesiones producidas por el ejercicio de la danza es amplio y extremadamente variado pudiéndose clasificar en la práctica en tres tipos de lesiones claramente diferenciadas por su origen que puede ser: de carácter traumático como en el caso de las fracturas o esguinces; de carácter mecánico como en el caso de las tendinitis y por último un grupo de lesiones de naturaleza orgánica en los que las patologías más frecuentes son aquellas que cursan con dolor intenso y en las que no ha existido causa, razón o motivo aparente en su aparición y posterior evolución como es el caso de los dolores articulares o musculares crónicos. Salvo en el primer grupo de lesiones cuyo origen traumático no puede ser prevenido de antemano y cuyo tratamiento y recuperación corre a cargo de los profesionales de la medicina, los dos grupos restantes engloban aquellas lesiones o patologías de carácter leve en su clasificación pero extremadamente molestas para el individuo siendo en cierta medida predecibles tras el estudio personalizado del mismo.

La diferencia entre estos grupos estriba en el concepto del origen y en el abordaje terapéutico de la lesión. La danza necesita ser estudiada y comprendida en sus bases y en su desarrollo para poder entender al bailarín y su patología. Del resultado de este estudio, fruto de la observación y la práctica del trabajo con bailarines se obtendrán las claves que nos ayudarán a confeccionar una terapia adaptada a las necesidades físicas del bailarín respetando siempre y en todo momento las directrices que se precisan para su ejecución. No podemos olvidar que el objetivo último para el bailarín no es la disminución o la desaparición del dolor sino la representación de un Arte y que de ello depende en gran parte su condición física y mental.

¿No sería entonces más conveniente en vez de disfrazar los síntomas mediante la administración de anti-inflamatorios, analgésicos orales, infiltraciones, relajantes musculares o ultrasonidos, buscar la alteración mecánica o la disfunción orgánica que constituyen el origen de la lesión y no centrar el tratamiento en la forma en que dicha lesión se manifiesta?

La respuesta a esta pregunta se fundamenta en el diagnóstico, el cual se ha de construir a partir de la anatomía, de la visualización de las estructuras en movimiento, de la exploración y de la observación, en un intento de concebir el cuerpo en concordancia con las leyes universales del movimiento. 

Encontraremos entonces que bailarines que presentan una rectificación o un aumento de la lordosis cervical no llegan a disociar los movimientos que implican la cabeza con los miembro superiores, tendinitis del manguito de los rotadores en bailarines que presentan las escápulas aladas, cruralgias y ciáticas en bailarines que no realizan un correcto posicionamiento de la pelvis con la consiguiente modificación del apoyo plantar, patologías de rodilla en aquellos en los que la imposibilidad de que el “en dehors” se realice desde la cadera fuerzan y mantienen la tibia en rotación externa provocando una torsión de la cápsula y estructuras circundantes, tendinitis crónicas del tendón de Aquiles en aquellos en los que el trabajo se realiza mayoritariamente en puntas o en media punta, incluso fuertes bloqueos vertebrales producidos por una incorrecta respiración durante el esfuerzo que bloquean el diafragma y con ello el movimiento vertebral asociado a la respiración por nombrar algunas de las patologías más comúnmente consultadas.

El tratamiento estará pues en un primer momento orientado a recuperar en la medida de lo posible la capacidad funcional de la articulación y una vez recuperada ésta, a la reestructuración del esquema corporal de equilibrio, las reglas, ritmos y sensaciones propias de la danza que hacen de ésta un Arte.


Por Francisco Manzanera Aparicio.

Osteópata especializado en danza. 

Responsable de Terapia Global


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