Prof. Dr. Amador Cernuda Lago
(Profesor de Psicología de la CATEDRA ALICIA ALDNSO Universidad Complutense de Madrid)
En las dos últimas décadas, el problema de los trastornos psicoalimentarios (anorexia, bulimia) se ha convertido en un tema de candente interés, debido a que, de ser situaciones que aparecían casi de modo anecdótico, han pasado a convertirse en una auténtica epidemia social. El fenómeno era típico de las adolescentes de Estados Unidos, Europa occidental y países fuertemente influenciados por los patrones culturales de occidente. Sin embargo en la actualidad empieza a incrementarse la aparición de este tipo de trastorno entre varones y comienza a manifestarse en países con culturas muy ale jadas de la nuestra como la India y algunas partes de China. La mayoría de las adolescentes y las mujeres jóvenes tienen miedo a la obesidad debido a las fuertes presiones sociales derivadas de la moda y la publicidad. Las imágenes de delgadez son promovidas constantemente y con ellas todos los negocios e industrias relacionados con la belleza, el aspecto físico y la consecución del peso ideal. Paralelamente los trastornos de ingesta de comida se han multiplicado. Como hemos comentado en el primer párrafo, socialmente se empieza a emplear el concepto de epidemia dado el alto número de incidencias que se dan en la población normal. No obstante, los especialistas advierten que existen poblaciones concretas con un alto riesgo de desarrollar este tipo de trastornos, entre ellas están los practicantes de algunos tipos de deportes y de actividades físicoartísticas como la danza. En el mundo de la danza, debido a la presión de los estándares estéticos, se espera que una bailarina tenga una forma corporal delgada. Este hecho es una forma de presión inevitable, pero no tiene que ser necesariamente la causa de que se dispare un trastorno alimentario. Muchas bailarinas han alcanzado las más altas cimas del arte sin ser anoréxicas, ni bulímicas. Precisamente la existencia de un trastorno psicoalimentario puede frustrar verdaderamente el desarrollo artístico y personal de su protagonista. Este es el aspecto más importante del tema y sobre el que quiero incidir en este artículo. Para algunos medios de prensa, siempre sedientos de sensacionalismo, la danza y algunas modalidades deportivas especificas son sinónimo de anorexia y tras tornos alimentarios. El caso de la primera bailarina del New York City Ballet, Gelsey Kirkland, es uno de los que han contribuido a dar esa imagen negativa. Kirkland en su autobiografía dedica una especial atención a sus sufrimientosalimentarios y al desarrollo de su anorexia y bulimia durante un período especialmente estresante. Relata dramáticamente como George Balanchine después de un "festín de la sandía", le recomendó que no comiera, mientras le daba unos suaves golpecitos en el esternón y el tórax comentándole: "Deben verse los huesos". Esta bailarina describía el ballet como una actividad regida por una estética de campo de concentración. El caso que acabamos de comentar es cierta mente extremo y obedece a la visión subjetiva de su protagonista. Otros datos son aportados por estudios científicos como los realizados por Garner y Garfinkel quienes compararon a un grupo de aspirantes a bailarinas con un grupo de estudiantes universitarias en base a las puntuaciones obtenidas de la aplicación del Test de Actitudes de la ingesta de Comida, un sistema de evaluación ampliamente utilizado para el estudio y valoración de síntomas anoréxicos y bulímicos. Los resultados de la comparación son preocupantes, ya que de las 131 estudiantes de ballet, más del 30% mostraron puntuaciones semejantes a las que muestran las pacientes anoréxicas. Mientras que en el grupo de las estudiantes universitarias sólo el 12% mostraron puntuaciones significativas en este sentido. En un análisis posterior mediante entrevistas, se profundizó en los datos y se observó que 12 de las 131 estudiantes de ballet, el 6,5%, cumplían todos los criterios de diagnÓs tico para la anorexia nerviosa, pese a que ninguna estaba recibiendo tratamiento, ni había sido reconocida por sus maestros, ni directores de escuela como persona con problemas. De este estudio se concluye que en un ambiente en el que la delgadez es un factor de los que caracterizan el éxito, el porcentaje de anorexia nerviosa es unas diez veces mayor que en un grupo de mujeres de edad similar en la población general. En otro estudio posterior , Garner y Garfinkel continuaron indagando y esta vez estudiaron el factor de presión competitiva. Para ello compararon a las estudiantes de la escuela de ballet nacional, entre las que existe una alta competitividad ante el acceso al mundo profesional, con un grupo de estudiantes de ballet de los departamentos de danza de la universidad en los que no existía tal presión. El resultado fue que las que estaban sometidas a presión competitiva, es decir las de la escuela nacional de ballet mostraron puntuaciones mucho más altas. Como conclusión se puede afirmar que la combinación de exigen cias de delgadez y la vivencia de un ambiente altamente competitivo incrementa significativamente el riesgo de la aparición de trastornos alimentarios. En un estudio realizado por Hamilton, BrooksGunn y Warren en 1985 y publicado en el lnternational Journal of Eating disorders se da documentación sobre los problemas alimentarios existentes en las compañías de ballet profesionales. Esta investigación examinaba aproximadamente a una cuarta parte de las bailarinas de Estados Unidos y Europa Occidental. El 15% de las estadounidenses y el 23% de las europeas preguntadas informaron haber padecido anorexia nerviosa, mientras que el19% de las estadounidenses y el 29% de las europeas declararon haber padecido bulimia. Del análisis de estos estudios se desprende la trascendencia del tema tratado. En nuestro país, no existen estudios que midan la incidencia de ninguno de estos trastornos. Por tanto desconocemos el grado de existencia del problema.
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