GISELLE

GISELLE

Una historia de amor en un marco sobrenatural Vuelve el ballet Giselle, la esencia del romanticismo

Claudia Ramírez Hein 

La bailarina Cecilia Kerc

(Foto: COPESA)

Presentimiento, amor, tragedia, locura, muerte e inmaterialidad. Un entorno, por un lado ingenuo, aldeano, y sentimental, y por otro, sobrenatural. Son los ingredientes precisos para que una obra dancística se convierta en una muestra romántica a todas luces.

Si hay algo que caracteriza a parte del ballet del Romanticismo es, justamente, la mezcla de humanidad y sobrenaturalidad. Fue La Sílfide la que en 1832 inauguró este período, inspirando cambios en la temática, estilo, técnica y vestuario -y puso de moda el tutú blanco- del que no quedaron ajenos ni autores ni obras.

Entre ellas, claramente Giselle, nacida del embelesamiento del crítico de danza y poeta Theophile Gautier -quien acuñó la famosa frase "arte por amor al arte" y se anticipó al trabajo de coreógrafos como Fokine- por la bailarina Carlota Grisi, quien solicitó a la Opera de París la creación de esta obra. La música recayó en las manos del compositor Adolphe Adam -quien a su vez introdujo por primera vez el leitmotiv (melodía que caracteriza a un personaje o situación, reiterándose a lo largo de la obra) en el ballet-, y la coreografía en Jean Coralli y Jules Perrot. El ballet se estrenó el 28 de junio de 1841, obviamente, con Carlota Grisi como protagonista.


REPERTORIO UNIVERSAL

Hoy en día es parte del repertorio universal del que echan mano todos los teatros del mundo, y cuya protagonista es ambicionada por cuanta bailarina clásica exista.


ROMÁNTICA POR ANTONOMASIA

Giselle, considerada el Hamlet del ballet, es en sí la obra absoluta del Romanticismo, donde se reúnen todas las instancias técnicas, estilísticas y dramáticas; donde la danza de punta sale de las artimañas para elevarse en lo artístico, y se logra una gran introducción literaria. Todo a través de la historia de una joven e inocente campesina de 15 años, enamorada de Albrecht, un noble que se ha disfrazado de aldeano para obtener su amor. Sin embargo, éste es desenmascarado por el guardabosque Hilarión, quien descubre su identidad. La muchacha, desesperada, enloquece y cae muerta ante tanto dolor.

En un segundo acto, donde ya el Romanticismo se da en todo en su esplendor, con movimientos delicados, etéreos y puros, Giselle se encuentra en su féretro, en un bosque, al borde de una laguna. A la medianoche, la joven es recibida en un mundo fantasmal, donde las Wilis, -según la leyenda eslava, espíritus de las novias abandonadas, que llevan un tutú blanco popularizado en La Sílfide- danzan, mientras la Reina Myrtha acoge a la muchacha.

Hilarión, arrepentido, llega y se arrodilla junto a la tumba pero es obligado a lanzarse al lago. Albrech también visita el sepulcro implorando perdón. Giselle se conmueve, pero la Reina la obliga a atraerlo con la danza a la muerte. Ella trata de salvarlo... Amanece. Las Wilis desaparecen y la imagen de Giselle se desvanece con el amanecer.

Claramente similar a La Sílfide de Filippo Taglioni, el ballet Giselle es más coherente en su construcción de dos planos sucesivos, típicos de la sensibilidad romántica: el primero inmerso en el plano real -plasmado en lo aldeano y medieval-, mientras que el segundo se sume en lo sobrenatural, en el mito lunar. Y si su argumento se funde con la sensibilidad romántica de la época, no lo es menos su coreografía, en la que estando ya establecido el estilo académico, éste se respeta a cabalidad en lo que se refiere a la pureza de las líneas y el equilibrio de la sucesión de pasos y de las figuras.

Pero no es un mero virtuosismo: cada instante está ligado al desarrollo dramático. Giselle es también una reivindicación de la figura dancística masculina, plasmada en Albrecht, dejando de lado el divismo femenino imperante en el Romanticismo francés.



Título: El ballet “Giselle” de Adam-Coralli-Perrot: antología del Romanticismo.

Por Enrique Honorio Destaville


La historia del Ballet reconoce -a partir del comienzo del siglo XIX y en el transcurso del XX- tres grandes períodos.

El primero es el Romanticismo (aproximadamente entre 1832 y 1870), el segundo el Académico (de 1870 á 1905), hasta que la Modernidad en el Ballet se abrió paso y a lo largo del siglo veinte fue dando distintas muestras de lo que se ha denominado el neoclasicismo, constituyéndose en el tercer y crucial período.

Cada uno de ellos ha dado cabales ejemplos de sus características. Del primero, sin duda, está “Giselle”, apoteosis del Romanticismo como la ha llamado Serge Lifar.

Concretamente, “Giselle” es el ballet concebido por un escritor que amaba la danza... y admiraba... a las bailarinas! Nos referimos a Teófilo Gauthier, quien allá por 1841, y en colaboración con el libretista Vernoy de Saint Georges, dio cuerpo al argumento de “Giselle”. Gauthier, basado en una historia del alemán Heinrich Heine, dio rienda suelta así a su romántico ingenio. Surgió la aldeana casi adolescente, ingenua, apasionada por la danza, que vivía con su madre en un lugar de Alemania muy cerca del Rin. En ese pintoresco rincón, entre montañas, valles con vides, y bosques umbríos, aparece el duque Albrecht de Silesia, quien oculta su identidad con ropas de aldeano y bajo el nombre de Loys. Enamorado de la joven, ella también responde a ese sentimiento, hasta que el paso por el lugar del duque de Courland y su hija Bathilde (novia oficial de Albrecht) descubrirá la mentira. Hay un tercer protagonista, el guardacotos Hilarión quien movido por una pasión casi insana por la joven que lo desprecia descubre el embeleco y lo cuenta a Giselle. Se produce una dramática escena que termina en locura y muerte de la heroína. Así termina el primer acto del ballet, vivido en la realidad de las obras románticas.

En cambio, el segundo se desarrolla en un lugar de ensueño en medio del bosque y a la luz de la luna, en momentos en que los espíritus de las novias engañadas (llamados Wilis), reaparecen para incorporar a su cohorte a Giselle. Es la venganza que requiere Myrtha, su reina. Pero se impone el gran amor de Giselle hacia Albrecht... Cuando las primeras luces del alba se avizoran, el drama ha de concluir. Las Wilis desaparecen, luego de haber arrojado a la muerte al implacable Hilarión, y Giselle, que ha salvado a su amor haciéndolo bailar hasta el agobio, se despide de Albrecht en romántico final.

La obra, de intensa profundidad emotiva que va más allá de una ajustada interpretación, fue estrenada en la desaparecida Ópera de París (Sala Le Peletier) en junio de 1841; y reconoce una restructuración en la Rusia imperial casi cuarenta años después, por obra y talento de Marius Petipa. La coreografía original es de la autoría de Jules Perrot -quien puso los pasos para los protagonistas- aunque su nombre no pudiera figurar en los anuncios por un problema con la administración de l’Illustre Maison, mientras que Jean Coralli se ocupó de aquéllos del cuerpo de baile y los solistas.

La música -la más lograda partitura de Adolphe Adam- característica del romanticismo balletístico, resalta el ambiente campesino del primer acto, acentúa el drama de su culminación, y crea una atmósfera de irrealidad y ensueño en el segundo.

Las grandes del ballet han logrado su consagración romántica en “Giselle”, protagónico que requiere una absoluta bailarina-actriz. Recordemos a las famosas Ana Pavlova, Olga Spessitzeva, Elena Smirnova, Alicia Markova, Carla Fracci, Eva Evdokimova, Alessandra Ferri, y también aquéllas que produjo nuestra Iberoamérica: Alicia Alonso (Cuba), Olga Ferri (Argentina), Margaret Graham (Argentina-Uruguay), y Sara Nieto (Uruguay-Chile). Albrecht también fue siempre un codiciado y consagratorio papel para el hombre, de allí que Vaslav Nijinski, Anatole Oboujov, hayan conmovido por su grandeza interpretativa y sus proezas técnicas. Pero quien transformó el papel volcándolo hacia la profundidad dramática, fue Serge Lifar, inolvidable bailarín ruso que levantó el ballet francés entre 1929 y la década de los años ‘50. También fueron grandes Anton Dolin y Erik Bruhn, hasta que Rudolf Nureyev logró nuevamente la conmoción. Sudamericanos de excepción dieron y dan lustre al masculino como Maximiliano Guerra, y Julio Bocca, ambos de la Argentina.



GISELLE ACTO I La trama se desarrolla en una pequeña aldea de Alemania durante la celebración de la fiesta de la vendimia. Giselle, joven e inocente campesina, está enamorada y es correspondida por Albrecht, un noble que se ha disfrazado de aldeano para obtener su amor. El guardabosques Hilarión también ama a Giselle, quien lo rechaza confesándole que su corazón ya tiene dueño. El desdeñado pretendiente, celoso, jura vengarse. Giselle baila en la fiesta, a pesar de las recomendaciones de su madre que teme por su delicada salud. Llega el séquito del Duque de Courland con su hija Bathilde, prometida oficial de Albrecht, la que atraída por el candor y belleza de Giselle le regala su collar. Pero Hilarión, al descubrir escondida entre la maleza la espada de Albrecht, la que delata su condición de noble, aprovecha la presencia de] Duque y de su hija y lo desenmascara ante todos. Giselle, desesperada, pierde la razón y falla su débil corazón incapaz de resistir tanto dolor, cayendo muerta ante la consternación de los presentes. ACTO II En un bosque, al borde de una laguna, se encuentra la tumba de Giselle. A medianoche las Wilis, espíritus de las novias abandonadas por sus prometidos, empiezan a bailar, y su Reina Myrtha recibe a Giselle en este mundo fantasmal. Llega Hilarión, abrumado por el remordimiento, pues se considera responsable de la muerte de la joven, y se arrodilla ante su tumba. Pero las Wilis lo envuelven y lo obligan a arrojarse al lago. También Albrecht visita el sepulcro de Giselle e implora perdón por el engaño. La doncella se conmueve ante su dolor, pero la inflexible Reina de las Wilis ordena a Giselle atraerlo a una danza que acabará con su vida. La joven, tratando de salvar a Albrecht, le indica que se refugie en su tumba para así destruir el sortilegio. Amanece, las Wilis desaparecen, y Giselle vuelve a su sepultura. Albrecht trata de retenerla, pero la imagen de la amada se desvanece con la luz del naciente día.

COMO FUE CREADO

"GISELLE"le debe su existencia al crítico de ballet Théophile Gautier, hecho inusual, pero es que Gautier era un hombre fuera de lo común. Ya había publicado libros de poemas y prosa antes de dedicarse a la crítica de danza y de teatro y fue su inspiración poética la responsable de la producción de este famoso ballet.. Gautier contribuyó, quizás más que cualquier otro, al crecimiento y definición ideal del ballet romántico francés en la primera mitad del siglo XIX. Embelesado por el arte y personalidad de la joven bailarina italiana Carlota Grisi, encontró una idea teatral adecuada para ella en una leyenda popular incluida por Heinrich Heine en su libro 'De Alemania ". Le escribió a su colega alemán expresándole que "releyendo su excelente libro De L'Allemagne', encontré un pasaje fascinante donde habla acerca de duendes vestidos de blanco, hadas de pies de raso dorado, Wilis blancas como la nieve que bailan sin piedad; de esas delicadas apariciones que ha encontrado usted bajo la luz de la luna o sobre las orillas del río en la noche neblinosa, e involuntariamente me he preguntado: ¿No haría esta un bello ballet?" Heine había recogido una leyenda eslava sobre las Wilis, doncellas vestidas con traje de novia, flores en la cabeza, caras blancas como la nieve y muy bellas, que murieron antes del día de su boda y que no tendrían paz en sus tumbas pues no podrían satisfacer su pasión por danzar. Así, a la medianoche, surgían de sus sepulturas y envolvían a cualquier hombre que se les acercara y lo obligaban a bailar hasta morir. El origen de la palabra Wili es una derivación del vocablo eslavo "Vila" que significa vampiro; el plural es ";Vile" , probablemente es una forma teutónica de "vile";, ya que la letra 'W' en alemán tiene sonido";v";. Curiosamente, la primera ópera del gran compositor italiano Giácomo Puccini (1858-1924). 'Ls Villi" (1883), producida en Milán al año siguiente, está inspirada en la misma leyenda. Gautier imaginó un ballet en dos actos, pidió ayuda experimentada al conocido libretista Jules Henri Vernoy, Marqués de Saint-Georges, que se interesó en el proyecto, siendo aceptado por Léan Píllet, director del Teatro de la Opera de París. Nueve años antes, "aSylphide" de, Filippo Taglione, había marcado el inicio de la era romántica en el ballet, "Giselle" perfeccionaría esta fórmula, pues el tema de un amor entre un hombre mortal y un ser fantástico, con la victoria del amor puro sobre la maldad, se volvía a repetir, pero con un contraste más marcado entre ambos actos, el uno realista, y otro con elementos sobrenaturales, muy valorados por el Romanticismo. La idea de visiones de espíritus a la luz de la luna ya se había utilizado en la ópera de Meyerbeer (1791 - 1864) "Roberto el Diablo" (1831), en la que bailó María Taglione, considerada una de las mejores bailarinas de la época. Muchos historiadores de la danza afirman que en esta ocasión se usaron por primera vez zapatillas de punta. En "La SyIphide" este tipo de calzado creaba una atmósfera especial y le daba a la protagonista la sensación de levedad que requiere el personaje. El uso de cables que atados a la espalda de, la bailarina la elevan Por el escenario, se utiliza en las reposiciones actuales de "La SyIphide", pero ya no en "Giselle". La música le fue encargada a Adolphe Adam, que se demoró una semana en escribir una partitura íntimamente ligada a la sustancia ténico-coreográfica y a la esencia expresiva del ballet.. Este compositor fue el primero en introducir "Leitmotiv" en el ballet, es decir, una melodía que caracteriza a un determinado personaje o situación y empleada sistemáticamente para este fin, lo que se aprecia en la protagonista, por ejemplo, en la escena de la locura al recordar episodios pasados y en varios pasajes del segundo acto. Además, en "Giselle,"; hay otra característica que la diferenció de las composiciones normales para el ballet de esa época: su absoluta originalidad, pues no"tomó prestado"partes de otras partituras, como era la costumbre. Sin embargo, con el correr del tiempo, la música de Adam sufrió modificaciones, cortes y agregados. El Pas Paysans del primer acto pertenece a Johann Burgmuller , autor de "La Per";. El solo (variación) de la protagonista en el primer acto, la entrada de Myrtha y la variación de Albrecht, del segundo acto, son música de Minkus, y se cree que hay intervención de Pugni en otras modificaciones. Todavía se discute cuál fue la contribución exacta que hicieron los dos excelentes coreógrafos, Jean Coralli y Jules Perrot. El primero, coreógrafo principal de la Opera de París, probablemente fue el autor de, la coreografía en su conjunto, Perrot, destacado bailarín, partenaire de María Taglione, incluso bailó el rol de Albrecht junto a su esposa, Carlotta Gris¡, en Londres, en 1842, habría creado las partes solistas de la protagonista, así como la escena en que Hilarión es atrapado por las Wilis. Los roles de Giselle, Myrtha y Bathilde fueron creados, respectivamente, por Carlota Grisi, Adèle Dumilatre y Mlle. Poster, llamadas por Gautier "las tres gracias de la ópera " Carlota Grisi estudió en la Escuela de Ballet del Teatro Scala de Milán. En 1825, conoció a Perrot que supo apreciar sus extraordinarias cualidades y se convirtió en su maestro de baile, partenaire y posteriormente en su marido. Lucien Petipa, creador del rol de Albrecht, pertenecía a una familia de artistas. Su hermano Marius fue el gran artífice del Ballet Imperial Ruso en la segunda mitad del siglo XIX. Lucien, nacido en Marsella, tuvo una destacado carrera actuando en Bruselas, Burdeos y en la Opera de París, donde debutó en 1840 en 'La Sy]phide" Se dice que "Giselle"; representa para una bailarina lo que el rol de "Hamlet "para un actor teatral. Toda artista aspira a darle. su propia interpretación: puede encarar el papel dentro de una amplia gama que va desde acentuar una tierna melancolía hasta un intenso apasionamiento. También en la escena de la locura se puede enfatizar tanto la actuación como el baile. Pero la característica es que Giselle es una joven campesina enamorada a quien le fascina bailar, y que en el segundo acto la frialdad de una Wili no le impide ayudar a su amado a evitar un fatal destino. Este papel, por todo lo que significa y por las posibilidades que ofrece, tanto técnicas como histriónicas, ha sido interpretado, prácticamente, por todas las grandes ballerinas desde su creación. El papel de Hilarión es representado generalmente por un bailarín de";demi caractere,", o de"caractére", y se conduce como el de, un hombre enamorado, celoso y resentido, con toda la gama de interpretaciones intermedias. El estreno de "Giselle"fue el 28 de junio de 1841 en la Opera de París. Público y crítica coincidieron: el primero lo aclamó, y para los críticos constituyó el "mayor éxito obtenido por un ballet en la Opera de París" "GiselIe" es el ballet con mayor continuidad histórica: ciento cincuenta años después de su debut, es parte del repertorio de casi todas las compañías del mundo.

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Ballet Giselle (1841)

Cortesía DANZA BALLET

https://www.danzaballet.com/ballet-giselle-1841/



Obra maestra absoluta del teatro de la danza del Romanticismo. Fue estrenada en 1841 en la Ópera de París constituyéndose en pieza pura y fundamental de la danza clásica, tanto por el tratamiento de los ideales románticos como por el empleo de la más refinada técnica teatral del siglo XIX.

El ballet Giselle constituye una de las más puras joyas del ballet romántico.

Primer acto

En los valles cercanos al Rin vive Giselle, una campesina de gran belleza y extremada inocencia. Giselle desea ante todo bailar, pero es reprimida constantemente por Berther, su madre, quien teme, debido a su frágil y quebradiza salud, que Giselle muera doncella antes de su boda, convirtiéndose así para la eternidad en una Willi, (espíritus nocturnos del bosque que matan a los hombres que están en él después de la media noche). Albrecht, duque de Silesia, corteja a Giselle haciéndose pasar por Loys un apuesto aldeano llegado a la vendimia, mientras Hilarión, el guardabosque que está profundamente enamorado de Giselle, sospecha de la identidad y del engaño del forastero.

La corte del príncipe de Courtland, regresando de una cacería, hace un alto en el camino en la casa de Giselle para comer y beber, Bathilde la hija del príncipe y prometida de Albrecht se impresiona por el encanto de Giselle y se hacen confidencias sobre sus amoríos sin saber ninguna de las dos que ambas aman al mismo hombre.

En el pueblo se celebra la fiesta de la vendimia y los jóvenes del pueblo eligen a la reina, honor que recae en Giselle, quien con permiso de su madre baila para todos. Hilarión entre tanto descubre la verdadera identidad de Albrecht, y aprovecha la presencia de la corte y de su prometida Batidle para desenmascararle.

Giselle es sorprendida por el engaño y su inocencia se ve rota por la traición, haciéndola caer en una desesperación que la arrastrará hacia la locura y la muerte.

Segundo acto

Hilarión acude al bosque para visitar la tumba de su amada y es sorprendido por la media noche y con ella la llegada de las Willis.

Myrtha, su reina, es la encargada de hacer la llamada a las Willis para iniciar así, una noche más, el ritual de la venganza, siendo Hilarión su primera victima. Al oír pasos las Willis desaparecen, es Albrecht que se acerca, siente tanto arrepentimiento que se ha adentrado en el bosque buscando la tumba de Giselle y suplicar su perdón. Giselle se hace visible conmovida por su arrepentimiento e intenta prevenirle para que se marche del bosque, pero ya es tarde y la implacable Myrtha ordena a las Willis atraer a Albrecht hasta su presencia donde haciéndole bailar conseguirán quitarle la vida.

La fuerza del amor que Giselle siente en su interior será la salvación de Albrecht, dándole su aliento y haciéndole resistir vivo hasta la llegada del alba. Con el amanecer las Willis desaparecen, y así Giselle tiene que despedirse de su amado para siempre, Albrecht trata inútilmente de retenerla pero ella tiene que seguir su triste destino envuelta en esa maldición provocada por el engaño y la traición del hombre.

Ballet Giselle

    •    Música: Adolphe Adam (1803 – 1856).

    •    Coreografía: Jean Coralli (1779-1854) y Jules Perrot (1810 – 1892).

    •    Libreto: Jules Henry Vernoy (1799 – 1875) y Theóphile Gautier (1811 – 1872).



Maria Kochetkova en Giselle.