LA PANTOMIMA Por Luis Agudo

Por gentileza de nuestro querido amigo Luis Agudo, nos llega este artículo de quien sin duda nos colmó de este arte durante la escena Española de varias décadas. Coreógrafo, realizador de T.V.E, profesor de Coreografía, Mimo y Dza. Moderna, este amante de las artes escénicas en general, que estudió en centros como la Juilliard Schooll de New York, nos hace llegar este artículo sobre sus impresiones del arte de la Pantomima.

Por si fuera poco, actualmente se dedica a la fotografía profesional de danza para varias compañías, (incluida la nuestra) y de vez en cuando asoma a su cabeza esas ganas inmensas de crear. Dentro de muy poquito, Luis Agudo, creará para el BC-Bu SL. su "Potatoe Chips". Mientras nos envía su artículo....

¡Gracias Maestro!

¿MÍMICA, PANTOMIMA, MIMO...?

Diferentes palabras para definir algo común: Lenguaje del Gesto. Descartando el término mímica, que no es, generalmente, nada más que una imitación burlesca de alguien, voy a tratar de expresar aquí lo que ha sido y es un arte milenario que se remonta a los mismos orígenes de la Humanidad y que junto a la música, la danza y la pintura constituye el embrión artístico del presente. Para ello he unido las enseñanzas, escritos y vivencias de muchos y notables eruditos, pedagogos y mimos a mis propias experiencias. De entre esas personas, sin detrimento hacía otras, me animo a destacar a Vito Pandolfi, Charles Dullin, Etienne Decroux, Jacques Le Coq, Jean-Louis Barrault, Marcel Marceau y Agnes Enter. Vaya por delante mi sincera admiración para todos y cada uno de ellos y también mi deseo de que estas líneas sean de utilidad para aquellos estudiosos, alumnos y profesionales de las artes escénicas. Y comenzamos con un poco de historia, indagando sobre los orígenes de este arte milenario que podríamos denominar como el Arte del Gesto y del Silencio. La pantomima ha recorrido un largo y silencioso camino desde los comienzos de la Humanidad y de los orígenes de la cultura. Obviando, por la lejanía en el tiempo, algo tan fácil de presumir, como el hecho de que el hombre prehistórico utilizara el gesto como medio de comunicación, y así expresar ideas, sentimientos o emociones, prefiero iniciar esta glosa histórica a partir de la civilizaciones griega y romana. Los antiguos griegos y romanos ya practicaban el arte de la Pantomima. Hemos aprendido, a través de escritos especializados, que la Pantomima dentro de un contexto dramático, ya se utilizaba para despertar y retener la atención del público. El teatro clásico griego utilizaba máscaras estilizadas y muy expresivas al igual que los gestos del actuante para que fueran bien comprendidos por el público llano, que llenaba los anfiteatros, siguiendo con gran atención las historias, cómicas o trágicas, que se representaban. Más tarde los romanos, al igual que los griegos, también utilizaban máscaras, pero con la boca cerrada a diferencia de los griegos. Muchos de los mimos de la antigua Roma eran bien queridos e incluso venerados por el público, siendo a menudo los protegidos del emperador. Vivían bien, en lujosas villas e intervenían mucho en la política. Este fue el motivo por el que el emperador Augusto enviara al exilio al popular mimo Pilares y mandase ejecutar a Islas. También Paris, íntimo amigo e protegido de Nerón fue ejecutado. Con la decadencia del Imperio Romano como prólogo al establecimiento de la era cristiana, el arte pantomímico sufre una transmutación, que va evolucionando con diversos altibajos hasta llegar a la Edad Media en la que los acróbatas, juglares y bufones representan comedias alegóricas en los pórticos de las Iglesias, mientras que en su interior se representaban Misterios religiosos, precursores de los ulteriores Autos Sacramentales. El teatro que conocieron griegos y romanos no sobrevivió al Medievo y podemos meditar ahora en cuánto había de teatral en los rituales eclesiásticos de esa época, no solamente en cuanto al tatro sino también por lo que concierne a la música, la pintura y la literatura. En los gestos y actitudes medievales se observa algo que se aleja progresivamente de la realidad, dando paso a un simbolismo prepotente de la vida y la muerte que se convierte en esencia en una grandiosa pantomima plasmada a través del tiempo y del espacio. Llegados al Renacimiento vemos como en Italia nace la célebre "Comedia del Arte". A causa de los diversos dialectos y acentos existentes en las diferentes regiones, como es el caso del veneciano, el bergamesco o el napolitano, mucha gente tenía dificultad en comprender el teatro hablado de la Comedia Latina., vigente en esa época. Es por ello que los actores de la "Comedia del Arte" incluyesen el Mimo a través de sus gestos y expresión corporal, con lo que garantizaban la comprensión y aceptación de su teatro por parte de los diferentes públicos visitados en sus giras. Inspirándose en el teatro griego, estos actores complementaban así sus parlamentos con máscaras alegóricas, mímica e improvisación, parodiando personajes y situaciones que el público reconocía fácilmente. Desde la primera compañía de cómicos, formada en 1545 por Zanni, hasta casi dos siglos más tarde la Comedia del Arte hizo las delicias del público, no sólo en Italia sino también en Francia, Inglaterra, Alemania... Al personaje de Zanni, precursor del más tardío Pierrot, se le unieron Brighelle, Arlequín, Polichinela, Pantalón, el Capitán, el Doctor, los Enamorados, Escaramuche y muchos otros. Al trasladarse a Francia, donde por la dificultad de improvisar en una lengua extranjera, excluían prácticamente la palabra, se vieron criticados y perseguidos por los celosos y envidiosos comediantes franceses, que temían perder su hegemonía ante estos "invasores" transalpinos, llegando incluso a conseguir que fueran expulsados de París. Jean-Baptiste Coquelin, Molière, que había tomado prestado mucho de cuanto la Comedia del Arte hacía, también se enfrentó a ellos. La influencia de la Comedia del Arte en el Teatro ha sido tan grande desde entonces que autores como Marivaux, Goldoni, Shakespeare, Schiller, Gogol, Blok, Samuel Beckett y Eugene Ionesco, se han servido de esta técnica en su dramaturgia. Incluso el moderno Stravinsky compuso un ballet sobre Polichinela y hoy en día, son muchos los actores de variedades y revistas que utilizan el gesto y la improvisación para obtener el favor de su público. Un dato anecdótico referente a Molière, considerado como el mejor autor cómico francés de todos los tiempos, que también dirigía e interpretaba siempre sus comedias, murió sobre el escenario haciendo su "Enfermo Imaginario". Llegamos al siglo diecinueve dejando atrás la denominada pantomima para ver que en Francia aparece el creador del Mimo moderno, Jean Gaspard Debureau. Habiéndose iniciado como comparsa en el seno de una numerosa familia de mimos, acróbatas y cómicos, Debureau se presenta en París en el Teatro de los Funámbulos, donde realizaría su gran creación del Pierrot en "Los Niños del Paraíso". Tras su fallecimiento en 1946, Jacques Prévert y Marcel Carné, pioneros del "realismo poético" llegarían a producir esa preciosa joya que ha pasado a los anales de la cinematografía, interpretada por Jean-Louis Barrault, Pierre Brasseur y Arlety. Con la llegada del cine mudo la pantomima había desaparecido prácticamente, mostrándose tan sólo en el circo y en el music-hall. En Inglaterra, la compañía de Fred Karno ofrece viejas pantomimas de repertorio y es de allí que surgen Stan Laurel (el Flaco) y Charlie Chaplin (Charlot). Llegan los años treinta y nuevamente en Francia asistimos al renacimiento del Teatro de la mano de Charles Dullin, Gaston Baty y Sacha Pitoëf. En el famoso Teatro de L'Atelier de Charles Dullin, Etienne Decroux rescata una vez más este arte milenario: el Mimo. Etienne Decroux, gran maestro, pedagogo y filósofo, estima que el mimo debe servirse de todo el cuerpo para expresar su arte, llegando incluso a eliminar el rostro cubriendo la cabeza con una gasa o media. Dos aventajados alumnos de Decroux, Jean-Louis Barrault y Marcel Marceau se convertirían poco después en los más claros exponentes del Mimo contemporáneo. Jean-Louis Barrault, aparte de su grandiosa interpretación de Pierrot en "Los Niños del Paraíso", utilizó junto a su esposa, la actriz Madeleine Renaud, las técnicas del mimo en multitud de espectáculos teatrales, mientras que Marcel Marceau, sobre todo con su personaje de BIP, se paseo por todos los continentes despertando el fervor y admiración del público. Ambos contribuirían en gran medida a la propagación de este Arte y a que apareciesen muchos otros grandes mimos, ya en la segunda mitad del siglo veinte. Cabría destacar, entre otros, a Jacques Le Coq y el teatro de la Mandrágora en Francia, Arkadi en Rusia, Ladislav Fialka en Chekia, Frederik y Swi Kanar en Bélgica, Tomasevski en Polonia, Quellet en Suiza, Lindsey Kemp en Inglaterra, Salo Tavaler en Brasil, Samy Molcho en Israel, el American Mime Theater, en Alemania, Méjico, Chile y Argentina.... Llegados a hacer un resumen para definir el Arte del Mimo podemos decir que la Pantomima Común es silenciosa, generalmente no utiliza la máscara blanca y se expresa básicamente con el rostro. Utiliza música, sonidos y utilería en escena. La Pantomima Antigua era literaria, reemplazando la palabra con el gesto y explicando las cosas. Un ejemplo de esto se puede ver aún en algunos ballets clásicos de repertorio en Rusia y Dinamarca. La Pantomima de Estilo, con el rostro enharinado o maquillado en blanco, frecuentemente sin sonido ni utilería, crea imágenes, seres y objetos en vez de explicarlos. No muestra el objeto o el acto sino que ejecuta el acto y es el objeto. La Pantomima Moderna es, en muchos aspectos, similar a la de Estilo, aunque la hace más corporal, adoptando e incluyendo los principios básicos de la Danza Moderna Contemporánea: Ritmo, Espacio y Tiempo. A ello habría que añadir, aparte de otros conceptos que prefiero no enumerar por falta de unanimidad entre los actores mimos contemporáneos, la Inmersión (Marceau lo denomina Presencia), que no es sino una involución y concentración total, mental traducible en física, dentro del personaje u objeto que protagoniza. Para lograr esto, el actor mimo debe poseer una gran sensibilidad y portentosas dotes de observación, captando todo cuanto le rodea en su vida diaria como pueden ser personas, animales, objetos, paisajes, arquitectura e incluso olores, sonidos, fenómenos atmosféricos, elementos etc. etc. Todas estas percepciones, el mimo las deberá analizar pasándolas por un tamiz y guardarlas en su armario de la memoria, siempre dispuestas a salir de él en el momento adecuado. En su acto, el mimo deberá entonces olvidarse absolutamente de que su "yo" existe y convertirse en su "otro". Naturalmente esto requiere un esfuerzo exhaustivo de concentración y podría afirmar, a título personal. que al final de mis actuaciones, con poco más de una hora de duración pero representando (o más bien viviendo) una docena de situaciones, siempre terminé el acto con una enorme fatiga mental que, traducida a fatiga corporal, podría ser equiparable a la que siente un corredor al finalizar una maratón de cincuenta kilómetros. Pero ello bien vale el esfuerzo... Finalmente, retornando al encabezamiento de esta página por cuanto se refiere a denominación, podemos decir que el Arte del Silencio en la actualidad es el Mimo. Mimo como acto y Mimo como actor.

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