El maestro de la danza José Granero (Buenos Aires, 1936), coreógrafo, bailaor y bailarín y director del Centro Andaluz de Danza desde 2004, falleció en la mañana de hoy, a causa de un infarto, en su residencia de Madrid.
La consejera de Cultura, Rosa Torres, lamentó hoy el fallecimiento del Maestro Granero, con el que se pierde, según dijo, "un puntal de la danza española y también de las políticas culturales de la Junta de Andalucía", ya que el coreógrafo dirigía "con energía y humildad" el Centro Andaluz de Danza (CAD) desde 2004. La artista Mercedes Rodríguez Gomero, conocida popularmente como Merche Esmeralda, afirmó hoy que "el mundo de la danza se ha quedado huérfano" tras el fallecimiento del maestro José Granero, al que definió como "una persona de una gran moral e inteligencia".
En declaraciones a Europa Press, la bailaora y cantaora dijo sentirse "muy dolida", tras conocer la muerte de su "compañero y amigo" y lamentó la pérdida, porque "en la vida, gente así no aparecen fácilmente, como cogollitos, son muy difíciles de encontrar".
in memoriam
El renovador de la coreografía en la danza española
Hace tan sólo semanas, con motivo del X Festival de Jerez, tuvimos el privilegio de compartir una comida inolvidable con artistas fuera de lo común. Y es que además de su vivacidad, su humor y su valía personal, cada uno de ellos llevaba a sus espaldas más de medio siglo de historia de la danza española. Eran Victoria Eugenia, Matilde Coral, Juanjo Linares, Fernando Belmonte (el benjamín de los veteranos) y José Greller Friesel, más conocido como José Granero, un artista y un amigo que nos deja cuando confesaba encontrarse lleno de ilusión y de proyectos.
El Maestro Granero, como lo conocían sus innumerables alumnos, es decir, casi todos los bailaores y bailaoras que hoy recorren los escenarios de todo el mundo representando el arte de la danza flamenca y española, pasaba largas temporadas en Sevilla desde que, en 2005, fue nombrado director del Centro Andaluz de Danza, en sustitución de José Antonio. Aquí estaba empeñado, entre otras cosas, en formar bailarines, moldeando la buena materia que da la tierra, y en capear como podía los lamentables temporales que sacuden el mundo del flamenco institucional andaluz.
Pero el magisterio y el respeto adquirido por José Granero en el mundo del flamenco no obedecen ni a la suerte ni a la política. La vida de este bonaerense nacido en 1936 -como Gades, de quien estuvo tan cerca- siempre ha girado en torno del baile. Como bailarín, formado en sus inicios en EE.UU. en el New Cork City Ballet y en la Escuela de Martha Graham, su talento y su técnica brillaron en las compañías de la posguerra.
Muy pronto, sin embargo, su gran formación le haría dar un paso adelante entrando en el campo de la creación coreográfica y, con ella, en el de la danza-teatro, ese caballo de batalla en el que el flamenco sigue empeñado y en el que son muy pocos los que han realizado auténticas aportaciones: Mario Maya, Gades, Távora y pocos más.
Entre los hitos más importantes de la historia, y junto a otros trabajos como El Sur (para Manuela Vargas), Granero es el culpable, entre otros, de aquel Don Juan con dramaturgia de Alfredo Mañas que supuso el despegue de Antonio Gades a mitad de los años sesenta y de aquella eterna Medea en la que los hados unieron a su trabajo coreográfico el libreto y la dirección escénica de Miguel Narros, la música de Manolo Sanlúcar y el genio inigualable de una Manuela Vargas que, junto a los bailarines del Ballet Nacional de España, lograron el premio del Metropolitan de Nueva York al mejor ballet de la temporada. Creada en 1984 y repuesta en varias ocasiones, con el concurso de otras grandes intérpretes de la danza como son Merche Esmeralda o Lola Greco, Medea sigue siendo uno de los mayores puntos de referencia de la historia de la danza española.
Una de las pruebas de que el flamenco es capaz de expresar cualquier estado de ánimo y entablar, con el puro movimiento, un diálogo vivo y sincero que supere los clichés y se convierta en algo más que la suma de los lenguajes individuales. Los que hemos tenido el privilegio de asistir a sus clases, aunque sea como simples observadores, sabemos que lo mejor de su trabajo no caerá en el olvido. Ni su persona tampoco.
Fuente: www.diariodejerez.com/
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