APORTACIONES

JOAN MAGRINYA

Por Javier Bagá.

Realizó una gran labor de fusión entre la Danza Española y la Danza Clásica. Dio auge al Liceo con la creación de grandes producciones de Danza Española, luchó por una labor de difusión sin igual de este arte.

Joan Magrinya nace el 23 de diciembre de 1903, en la localidad costera barcelonesa de Vilanova i la Geltrú. Ya durante su infancia, ocupa su tiempo haciendo vestuarios, escenografías, obras de teatro y bailes que él mismo in venta. «y cine, hacíamos mucho cine. Nos regalaron la máquina de cine del primer cinematógrafo que hubo en Vilanova. Cuando lo modernizaron, nos regalaron el proyector para jugar. Teníamos muchas películas, que hoy de haberlas conservado, valdrían una fortuna. Mi afición por este tipo de juegos, era instintivo. Me gustaba hacer personajes, in ventarlos, vestirlos...»

En cierta ocasión, la farnilia Magrinya se trasladó a Barcelona, para asistir a una sesión del cine Doré. En la época se acostumbraba amenizar los descansos con números de variedades. En el Doré descubrió el baile. Nati «La Bilbainita» interpretó una danza de Granados acompañándose de las castañuelas. Al llegar a casa, el pequeño Juan quiso imitar a la artista; intentó bailar acompañándose de unas castañuelas; intentó hacer lo que había visto en el Doré. Tardaría aún varios años en dominar ambas técnicas.

En 1918, los Magrinya con sus hijos se trasladan a Barcelona fijando allí su residencia.


«Antes de ir al Instituto Llongueras, mi mayor afición era coleccionar revistas extranjeras de ballet. Iba a los Emcantes (especie de Rastro barcelonés), a la sección de libros viejos y buscaba revistas francesas, inglesas... ya caducadas, por las que, con retraso, me enteraba de lo que hacían los bailarines en otros países.

El maestro Llongueras daba becas para estudiar el método Dalcroze y fue él quien más me animó. En la escuela. Para Juan, que ya no pensaba en otra cosa que en el baile, aquello fue lo que necesitaba para poder dar rienda suelta a sus aspiraciones artísticas. Dedicaba sus horas de ocio a revivir aquellos primeros contactos con el baile que vivió en el Doré, acudiendo a los cines donde además de las películas había pases de «varietés», que en definitiva era lo que más le interesaba de las sesiones.

En 1922 se inscribe en la escuela del maestro Llongueras, donde se impartía el método Jacques Dalcroz.

Descubrió la escuela del maestro Bautista, pero aquello no le interesó, daban clases de baile español y él las quería de ballet. Por fin, descubrió algo que sí le interesó, el Liceo de las Ramblas, descubrió que ése sí era su mundo y al que quería pertenecer. No obstante, y muy a su pesar, en el Liceo se daban pocas representaciones de baile, la mayoría eran de ópera, pero él las disfrutaba también, porque en la ópera había grandes escenografías, fastuosos vestuarios, y participación del ballet.

Por aquel entonces la maestra de ballet del teatro era Pauleta pamies, que además, tenía un estudio particular. Un buen día, su deseo de ser uno de los bailarines que veía en escena, le decidió a intentar ser admitido en la escuela de la coreógrafa. «Pero no me quiso dar clases. Los chicos no tomaban clases de ballet, en aquel tiempo era algo que no existía. Recuerdo que cuando fui a pedirle clases, siendo todavía muy joven, ella misma me abrió la puerta y le dije: "mire, me gustaría aprender a bailar" y ella me gritó "fuera, aquí no queremos hombres" dándome literalmente con la puerta en las narices.»

Tras un intento fallido, se dirigió a quien sería su maestro más importante, Wassilief.

«Cada año en el Liceo había temporada de ópera. Opera rusa, francesa, alemana... por etapas y por compañías estables de otros teatros europeos. A mí fue la compañía rusa la que me deslumbró con «La dame de piques», que incluía un gran divertimento que hacía la compañía que dirigía Wassilief. Como no me sentía con ánimos para ir a verle personalmente, le solicité por carta, ser su alumno. Él viendo mi interés, aceptó.

En la época yo tenía dieciocho o diecinueve años, que entonces no era una edad demasiado avanzada para empezar. Hoy en día es impensable, pero entonces era normal, sobretodo tratándose de un hombre.

Empecé a esa edad, pero a través de las revistas que compraba, había copiado muchos pasos y poses que practícaba en casa. Cuando empecé con Wassilief ya hacía «grand écart», «developpé», saltos (tenía mucha elevacíón, Preobajenska me hacía hacer los treintaiseis «entrechatssix» delante de toda la compañía). Con esto quiero decír que cuando el maestro Wassilief me empezó a enseñar tuvo que perfeccionarme la técnica, porque la mecánica ya la conocía.

Desde 1921 hasta 1926 tomé clases con la compañía rusa aprovechando sus estancías en Barcelona.»

Desde la muerte de Ricardo Moragues en 1899 hasta las primeras aparicíones de Magrinya en la escena la danza en Barcelona permanece muda.

«Realmente no se lo que sucedió durante todos esos años especialmente en una ciudad como Barcelona, donde la danza había sido popular .Yo creo que era cosa de los empresarios de los teatros, no tenían interés por el baile. Para los ballets de las óperas, traían chicos, solistas y figuras principales, que bailaban con las chicas de Pauleta Pamies, que era lo único que había aquí. La PA mies con sus chicas se reunia por las tardes y hacían "voladas". Ella les llamaba Voladas como en la escuela bolera, en lugar de "grand jeté en tournant".»

Wassilief, formado en la Escuela Imperial de San Petersburgo, fue durante veinticinco anos estrella del Teatro Mariinski.

Huido de Rusia en 1917, se estableció en París, donde abrió su propia academia, por la que pasaban las estrellas más destacadas de la danza del momento. Daba cursos en las ciudades más importantes de Europa y formó una compañía de danza en Londres, de la que era principal bailarin y responsable André Eglevski, discípulo suyo. Quiso hacer lo mismo en Barcelona, pero la realidad del ballet en el momento, no acompañaba a los felices veinte que se vivían. El ballet estaba muy lejos de gozar de popularidad.

El carino de Wassilief por Barcelona, y el aperturismo hacia las tendencias vanguardistas de la capital catalana, animaron al maestro ruso a probar suerte abriendo un estudio de danza. Fracasó en su intento, solo unos pocos alumnos acudían a las clases. Eran tiempos dificiles para la danza. «Sí, sí,

eran tiempos muy dificiles. No había escuelas, no había espectáculos, no había afición. No había zapatillas ni ropa de baile!

Las primeras zapatillas que se hicieron en Barcelona, fueron hechas para mí por Casimiro. Yo normalmente utilizaba zapatillas que los rusos dejaban aquí en los camerinos del teatro, así es que cogí un par y se lo llevé a Casimiro para que lo copiara. Las hizo, pero eran muy duras, no había forma de estirar los pies. Luego las fue perfeccionando.

También se hicieron para mí las primeras zapatillas de punta hechas en España, las hizo Casimiro cuando estrené "La polca del equilibrista» que yo bailaba en puntas. Tuvimos mucho trabajo para hacerlas, aquí no se conocía la técnica y hubo que retocar mucho antes de conseguirlas. Lo que más costó, fue el arrugado de la puntera.»

Siempre obsesionado en conseguir la perfección técnica, Magrinya instaló en su casa un salón estudio con barra y espejo para practicar incansablemente los consejos de Wassilief .Su tenacidad le hace conseguir resultados extraordinarios, gracias a los cuales Wassilief le hace reemplazar a uno de los bailarines rusos.

«Antes de debutar en el Liceo, ya había baílado en muchos teatros de Cataluña ilustrando piezas de teatro. Magrinyá significó un intento serio de aglutinar una danza española con elementos autóctonos.

Terminado el servicio militar en 1926, debuté en Barcelona. Fue el 14 de octubre en el Coliseu Pompeya de Gracia con «El burgués gentilhombre» de Moliere, obra que dirigía Adria Gual para el Teatre lntim cuyo acompañamiento musical corrió a cargo de Pau Cassals y su pequeña orquesta.

El debut más importante fue el del Liceo. Wassilief quería que pusiera en práctica sus enseñanzas, y no vió mejor oportunidad que cuando uno de sus baílarines se puso enfermo. Le reemplacé y después de esa primera aparición en el Teatro del Liceo, sentí que ya no me movería nunca de allí.»

La primera actuación de Magrinya en el Liceo fue en la ópera «La flor de mayo» de Rimski Korsakov.


Juan Magrinyfi ha permanecido liga do al primer escenario barcelonés alrededor de medio siglo, os tentando los títulos de primerísimo bailarín, maestro de ballet y coreógrafo.

Tras el primer debut, del que el crítico catalán Ferran i Mayoral dijo: «de entre to dos los rusos el más ruso es él», sus apariciones liceistas se sucedieron una tras otra. Pauleta Pamies, la que en otro momento le negó la entrada en sus clases, ahora le requería como solista de su grupo.

Durante los últimos años de la década de los veinte, Magrinyfi recibe ofertas para unirse a las compañías de Antonia Mercé «La Argentina» y de Ana Paulova que en ese momento apareció por primera vez en el escenario liceista. Él prefiere permanecer en Barcelona, decisión tras la cual, obtiene el título de primer bailarin del Liceo, categoría que comparte con Carmen Salazar .

Contento con sus éxitos, pero siempre trazándose nuevos retos, quiere, como otros grandes del momento, dar recitales en solitario, experimento muy osado para una Barcelona totalmente desvinculada a espectáculos de esa índole, especialmente tratándose de un hombre.


Dibujo de Magrinyá en las ..Danzas de Vilanova.. (1934) y foto con Rosita Segovia.


El cine Urquinaona, la sala más moderna en esos días, será el escenario para su presentación en solitario. «No voy a decir que nunca se hubiera visto un espectáculo como el mío, pero sí se había visto, hacía muchos años. De lo que sí estoy seguro es de que nunca se había presentado un recital de un bailarín solo en un teatro abierto al público.

Había mucha espectación. Tuve mucho contacto con los factores más decisorios en el mundo del arte, la intelectualidad y la aristocracia. Ya se sabe que la aristocracia barcelonesa siempre ha apoyado a los artistas de vanguardia, y en aquella época mucho más que ahora.»

Interpretó, vals de Brahms, Gopak de Mussorsgki, Petrusca de Stravinski, Danza del miedo y Danza del molinero de Falla, y una de sus creaciones más representativas, La Polca del equilibrista de Blancafort. «La escuché por primera vez en un concierto. Me gustó, me gustó tanto que decidí bailarla. Con "La polca del equilibrista", quise imitar bailando los equilibrios del funambulista pasando la maroma, por eso la bailaba en puntas. Además, había la vertical y unos pasos boca abajo y después de una serie de "grands echapees" y "grands ecartees" terminaba en "grand ecarte". Imagínate, yo, con diecinueve o veinte años, haciendo estas cosas que no se habían visto nunca.»

A principio de los años treinta, toma sus primeros contactos con el baile español. Habiendo previamente acudido a las clases del maestro Bautista, quien realmente le aleccionó en el baile es pañol y especialmente en la escuela bolera fue el maestro Coronas.

Nacido en Jaén, Coronas fue discípulo de Moragues y bailarín del Liceo. Éste, gran conocedor del baile español del siglo XIX, infundió en Magrinya el amor por el baile español y su férrea disciplina.

«El maestro Coronas ya no daba clases porque no había bailarines interesados en trabajar tan a fondo como él. A mí me interesó mucho aprender con él, porque tenía la escuela de Moragues. Insistí, y después de las primeras clases se volcó en mí.

Yo no tenía ningún problema en hacer "sease contra séase", "espacadas", "brise les de susú" o "terceras, cuartas y cuartas voladas". Quiero decir que la técnica clásica que tenía me ayudó y pude aprender mucho de él.

Luego, ya en Madrid, vi bailar a los Pericet y me gustaron mucho. De ellos me interesó sobre todo el estilo, porque Coronas era muy académico y técnicamente me ayudó mucho, pero en Madrid, sin una técnica tan depurada, el estilo de los Pericet, era justo que la escuela bolera requiere: brazos, el porte, la forma de mover la cabeza. ..¿Qué hice? , unir la técnica de Coronas y el estilo de Pericet.

Ellos se maravillaban y me decían: " ¿pero por qué vienes aquí a aprender? Tú no lo necesitas." Estaban equivocados porque ellos me daban el estilo, que es lo más característico de la escuela bolera. »

Con la fusión de las enseñanzas de sus maestros, Magriya creó su propio estilo y método de escuela bolera, hoy todavía se estudia en

los programas de estudios de escuelas oficiales y privadas de España.

«Tengo que decir que la escuela bolera que se baila ahora tiene influencia catalana, y no lo digo por mi escuela, sino por la de Moragues, ya que Coronas fue discípulo de éste y yo de Coronas.»

La popularidad de Magrinya crecía vertiginosamente. En los círculos artísticos e intelectuales, su nombre era admirado y respetado. Los alumnos de las diversas escuelas de rítmica existentes en la ciudad, comenzaron a interesarse por la danza pura, teniendo en Magrinya su punto de mira.

En 1944 es nombrado catedrático de danza del Instituto del Teatro de Barcelona (escuela profesional de las artes escénicas), del cual, y con motivo de su jubilación fue nombrado Maestro de Honor Vitalicio.

«Por mis manos han pasa do montones de alumnos, algunos simplemente por afición, y otros con aspiraciones profesionales. Algunos de ellos han hecho carreras artísticas muy brillantes, pero estoy orgulloso de todos ellos.

Tengo que decir en favor de mis alumnos y del mío propio, que ellos fueron los primeros en España que bailaron repertorio clásico. Monté El lago de los cines (2.0 acto), Las Sílfides, Las bodas de Aurora, Cascanueces; monté Giselle (2.0 acto) para Guillermina Coll y Alfonso Rovira.


Joan MagrinyK en Himno al Sol (RimskiKorsakov), estrenado el 19 de noviembre de 1942 en homenaje al maestro Ferrán Obradors.


Yo salía cada año al extranjero. Tenía mucho contacto con París, con la Ópera y con Lifar. Cuando necesitaba documentación que no encontraba en España, me iba a París y lo encontraba todo. Luego me decanté por Londres, donde tenía también muy buenos amigos, entre los que se encontraban Anton Dolin y en menor grado Markova, fueron los fundadores del London Festival Ballet.

En el extranjero aprendía las variaciones y coreografías y luego se las enseñaba a mis discípulos. T

ambién aprendí y les enseñé la escuela de Bournonville, de quien hicimos Nápoli y El festival de las flores en Jenzano.

Joan Magrinyá en una de sus creaciones más representativas;

la Polca del Equilibrista.. (Blancafort)

Nuestro protagonista decide a iniciarse en otra rama de la danza, abriendo en 1931 su primer estudio de baile, donde dio comienzo su labor pedagógica. Cinco años más tarde, en 1936, presentó por primera vez sus alumnas al público, algunas de las cuales seguirían al lado de su maestro largos años, como figuras del Ballet de Liceo y de los posteriores Ballets de Barcelona creados y dirigidos por Magrinya.

También en 1936 abre su segundo estudio en la calle Petritxol. En 1939 y ostentando el título de Bailarín Estrella del Liceo, es nombra do maestro de baile del mismo teatro, en el cual actúa asimismo como coreógrafo.

«En el Liceo estaba como coreógrafa Amalia Monroc, sucesora de Pauleta Pámies. Tenía que montar "La noche de Walpurgis" de Fausto, y carecía de conocimientos suficientes para hacerlo. El empresario del teatro, Juan Mestres, me llamó y me pidió que me encargara del mencionado montaje. Monté Walpurgis, tuvo mucho éxito y desde entonces me quedé como coreógrafo.

Mi primera actuación como coreógrafo fue como cuando un compañero te dice: "oye, no he cogido este paso, enséñamelo", y tú vas y se lo enseñas.» Para mí el paso a coreógrafo del teatro fue algo natural, que acepté sin ningún problema.El Liceo era como mi casa, me conocía todos los rincones y ellos me conocían a mí.

Joan Magrinya, desde la primera presentación pública de sus alumnas (Barcelona 1936), compagina sus actuaciones en el Liceo con los recitales propios, ahora que no en solitario sino acompañado de sus discípulas. También su popularidad ha aumentado, siendo requerido no tan sólo por los teatros barceloneses y catalanes, sino por empresarios de toda España y extranjero.

En 1937 y por encargo expreso de la Generalitat de Cataluña, realiza una gira por Europa que durante nueve meses. En la gira hace gala de su extenso repertorio, interpretando piezas clásicas, bailes españoles, y danzas catalanas, estilizadas por él mismo para convertirlas en piezas teatrales.

Hasta entrados los años 50, los recítales se suceden sin parar, cada vez acompañándose de un mayor número de alumnos y más grandes éxitos, resultados que empujan a Magrinya a convertir su «troupe» de alumnos en una compañía estable y profesional, los Ballets de Barcelona.

Aúnque de poca duración, los Ballets de Barcelona, han sido la única formacíón coreográfica habida en Barcelona. Ni el avance económico, ni el desarrollo cultural y artístico, han dotado a Barcelona de una compañía de danza clásica, y no quiero mencionar el Ballet del Gran Teatro del Liceo, ya que éste no es más que los propios ballets de Barcelona que el empresario Juan Antonio Pamies acogió en el seno del teatro, convirtiéndolos en la compafíía oficial del coliseo barcelonés.

Con la entrada de los Ballets de Barcelona en el Liceo, se consigue dotar al teatro ya la ciudad de una compañía estable de danza clásica y española. Ésta cubre las necesidades coreográficas de las óperas y parte de la desaparecida, tras la muerte de Pamies.

Para los mencionados ballets, Magrinya crea un repertorio propio, del que destacan coreografías como: Tapices de Goya, La revoltosa, Festa major, La moza y el estudiante, El diablo cojuelo...

En su faceta coreográfica, Magrinya permanece al frente de los ballets del Teatro del Liceo desde 1926 hasta 1977 realizando centenares de coreografías entre las que se encuentran los ballets de las óperas que en ocasiones eran la parte más esperada por el público, ballets del repertorio y ballets creados para la propia compañía.

A tiempo romántico, La berinto, El sombrero de tres picos, Pierrot, El carrillón mágico, Los cinco continentes, Corrida de feria. .. son, algunos de sus trabajos más destacados.

Anteriormente hablábamos del silencio ballético habido en Barcelona entre la desaparición de Moragues y el surgimiento de Magringa. Desde la jubilación del «Mestre» hasta el día.de hoy, Barcelona no ha vuelto a conocer una actividad ballestística propia.

Es por todo ello, que sería hoy impensable hablar de la Danza en Cataluña y omitir la figura de Joan Magrinya.

Javier Bagá.

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