APORTACIONES

JOSÉ LIMÓN

LIMÓN DANCE COMPANY

José Limón: la historia para ser contada

Al cumplirse los 100 años del nacimiento de José Limón, la compañía creada por coreógrafo mexicano se presenta en el Kennedy Center de Washington, y luego continuará su gira por distintas partes del país.

Recuadro: Funciones

“Suite From a Choreographic Offering”, obra de José Limon que presentó en el Kennedy Center la Limón Dance Company.

Innovadora y osada. En 1946 la Limón Dance Company llegó para insertarse en la historia de la danza contemporánea de Estados Unidos como la expresión más clara de la mezcla de culturas. Hoy, la compañía dirigida por Carla Maxwell desde la muerte de su creador, celebra los 100 años del nacimiento de José Limón, el coreógrafo de origen mexicano que revolucionó la danza de la época y que rescató elementos del folclore de su país para transformarlos en una expresión de modernidad.

Como parte de una gira que comenzó en octubre en Los Ángeles la compañía se presentará en el Kennedy Center de Washington el 16 y el 17 de enero con un programa que incluye tres de las obras emblemáticas de su creador: “The Traitor”, “Psalm” y la suite de “Suite From a Choreographic Offering”.

Detrás de la vida de Limón se entreteje una diversidad de experiencias que determinaron su vocación. Hijo de mexicanos exiliados en Estados Unidos, Limón encontró un estilo propio que se fue plasmando a través de la realización de sus más de 70 obras. Muchas de ellas, como la “Pavana del Moro”, se han convertido en los grandes “hits” de la compañía.

“The Traitor”, que tuvo su premier en 1954, fue la respuesta de Limón la “cacería de brujas” del macarthismo, originada entre 1950 y 1956, época en la que el senador de Wisconsin Joseph McCarthy desencadenó una cadena interminable de delaciones, denuncias, procesos irregulares y listas negras contra los “sospechosos” simpatizantes de la izquierda.

Y así como “Psalm” está inspirada en el judaísmo, “Suite From A Choreographic Offering” es un tributo a su mentora, Doris Humphrey, con quien Limón fundó su compañía en 1946, poco tiempo después de haber regresado del servicio militar. Humphrey, fue directora de la compañía hasta su muerte, en 1958.

La agrupación fue la primera en bailar en el Lincoln Center de Nueva York en 1963, y la primera en visitar Asia, Europa y América del Sur como parte de un programa de intercambio cultural del Departamento de Estado que se inició en 1954.

Luego de la muerte de Limón en 1972, Maxwell, quien trabajó muy de cerca del coreógrafo, asumió la tarea de reconstruir las antiguas obras y convertirlas en documentos “vivos”. En aquellos años, la Limón Dance Company fue la primera gran compañía que continuó en actividad después de la muerte de su fundador. Y sentó las bases para que el resto de las compañías reflexionara acerca del valor de preservar las obras realizadas por los creadores.

Considerado el mejor bailarín de su tiempo, Limón creó un estilo original surgido de la influencia de tres grandes culturas: la española, la azteca y la norteamericana, pero fundamentalmente lo que prevaleció en él fue su visión humana ante el arte y la vida. “La danza norteamericana no es meramente un idioma o un estilo, es una idea potente. Cuando las personalidades contemporáneas se retiran, la idea persiste”, dijo Limón.


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Hace más de dos décadas que un reducido grupo de espectadores pudimos saborear en la entonces Sala Olimpia de la Plaza de Lavapies madrileña las evoluciones de una compañía norteamericana que, en nuestra adolescencia, se nos había presentado como la poseedora de un estilo y una técnica ya convertidos en " clásicos " de la danza moderna de los EEUU .

Ritmo hondo de Doris Humprhey

Fuimos veintipocos los que entonces disfrutamos con La Pavana del Moro de José Limón, interpretada con solemnidad y aristocracia por un grupo de bailarines que nos trasladó hacia una forma de entender la danza ante todo humanista, sentida desde una energía que nace siempre en el interior del hombre.

La Limón Dance Company llega ahora. a Madrid cuando cumple su 50 aniversario, con una de aquellas bailarinas convertida en su directora artística, Caria Maxwell,

y la última creación del hombre que más impactó con su filosofía del movimiento en el arte norteamericano y europeo. José Limón realizó Carlota en los últimos meses de su vida, en 1972: él sabía que le quedaba poco tiempo y su empeño por terminar esta coreografía sin música contagió a todos los bailarines que le acompañaron en la última aventura. «Fue un momento muy difícil en lo emocional», dice CarIa Maxwell, protagonista de este ballet durante 26 años, «y todos los que lo vivimos que remos reproducir aquella atmósfera tan sobrecogedora cada vez que lo interpretamos» .

Carlota fígura como la obra número 40 de la historia de José Limón estrenada en España. Pero, ¿quién era este coreógrafo y bailarín de nombre hispano y trascendencia universal? Nacido en la ciudad mejicana de Culiacán, de no ser por su pronta desaparición, con sólo 64 años.

José Limón se crió desde los siete años en Estados Unidos, primero en Arizona y, después, en Los Ángeles, donde comenzó sus estudios de Bellas Artes en la prestigiosa Universidad de California (UCLA). Su interés por la pintura le llevó a trasladarse enseguida a Nueva York, donde los movimientos más vanguardistas tenían su base. Pero fue allí, sin embargo, donde no sólo no continuó con sus estudios de arte, sino donde decidió donar su vida a la danza,"después de haberse quedado fuertemente impresionado por el espectáculo del modernista alemán Harald Kreutzberg.

En 1930, José Limón, ya a la avanzada edad (para la danza) de 22 años, comenzó a estudiar en la escuela de Doris Humphrey y Charles Weidman, una de las "madres" de la danza moderna norteamericana junto a Martha Graham, que había formado con Weidman su propia compañía de danza. Limón se convirtió enseguida en su protegido y bailó con ellos durante los años treinta, aunque ya al año de estar en la escuela comenzara a crear sus propias coreografías.

No fue, sin embargo, hasta después de la II Guerra Mundial, en 1946, cuando José Limón formó compañía. Seguidor incondicional de las teorías de Dorís Humphrey, le pidió que fuera su directora artística. Esta decisión de Limón fue un paso hacia delante en el hasta entonces individualismo de la danza moderna norteamericana que, para fortuna de todos, supuso el mutuo enriquecimiento creativo de ambos: mientras el bailarín y coreógrafo podía seguir aprendiendo del trabajo de orfebre de la Humphrey, ella tenía a su disposición una compañía con la que continuar expresando sus ideas sobre la danza. Su debut fue en la temporada 1947-48.

La Limón Dance Company protagonizó en 1950 un hecho sin precedente. Invitado por la también coreógrafa Ruth Page para bailar junto a su compañía en París, la Limón Dance Company interpretó La Pavana del Moro y La malinche y la representación se con virtio en un majestuoso fracaso debido a la incomprensión del público hacia esas nuevas formas que venían desde el nuevo continente (La historia se repetía: también Nijinsky y Massine habían sufrído el pataleo de París ante sus obras, ¿quiere decir esto que Limón iba por buen camino? Por lo visto después, por supuesto que sí). Sin embargo, esta primera ocasión en que Europa recibió a los modernos americanos sirvió para dejar abierta la puerta a posteriores visitas de Martha Graham, Paul Taylor y Merce Cunningham: la Ópera de París estaba cambiando.

Desde entonces, José Limón y su compañía cogieron las maletas y protagonizaron algunas de las giras más espectaculares de los cincuenta y sesenta (en 1954 fue el primer grupo en viajar bajo los auspicios del pro grama de intercambio cultural de Estados Unidos), bailando por Europa y Sudamérica y consiguiendo el éxito en todos los países que visitaban.

José Limón se ha convertido con sus cuarenta coreografías en el gran humanista del movimiento moderno y en el impulsor de una revitalización del bailarín masculino, cuya imagen fortaleció ya cuyo papel en la danza devolvió el reconocimiento hasta entonces diluido.

Obras suyas como The traitor (1954, basada en la traición de Judas a Cristo), Missa Brevis (1958, sobre la supervivencia de la Fé en la postguerra europea), There is a time (1956) o La malinche (sobre la mujer india que sirvió de traductora a Hernán Cortés durante la conquista de Méjico, creada en 1956), además de la citada La Pavana del Moro, se erigen como clásicos de la danza moderna, en los que predominan los temas dramáticos, las situaciones casi límites en las que el ser humano es el verdadero protagonista.

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Técnica José Limon

Limón Dance Company 

La nobleza y el magnetismo de Limón podrían ser comparados con las de su colega y contemporáneo, Rudolf Nureyev, quien en sus últimos años bailó la obra de Limón inspirada en Otelo, The Moor’s Pavane. 




Regresa el hijo pródigo 

Antes de que el lenguaje mismo fuese inventado, el hombre sintió la necesidad supremamente instintiva y la capacidad de bailar. Hay una danza para cada experiencia humana. Todas las alegrías, penas, dudas, terrores e incertidumbres de la vida moderna son nuestra inspiración. Ahora, sabemos que no todo esto es placentero. Por consecuencia, con frecuencia tratamos temas serios y hasta trágicos. Para hacer esto, tuvimos que desarrollar un nuevo vocabulario de gesticulación y movimiento.

Esa voz fuerte y articulada le pertenece a José Limón, un hijo de Los Ángeles cuya carrera de 40 años como uno de los más importantes bailarines y coreógrafos de la danza moderna fue truncada por cáncer en 1972. La nobleza y el magnetismo de Limón podrían ser comparados con las de su colega y contemporáneo, Rudolf Nureyev, quien en sus últimos años bailó la obra de Limón inspirada en Otelo, The Moor’s Pavane. Como pionero de la coreografía de la danza moderna, Limón examinó sin titubeos los problemas más espinosos, utilizando un lenguaje muy corporal y visual para ilustrar los estados emocionales más intensos. Este tipo de arte dejó de estar en boga mientras Limón todavía estaba vivo, pero su compañía ha perdurado porque el humanismo trascendental de Limón todavía conecta con el público de hoy.

Los Ángeles puede recuperar a su hijo pródigo este fin de semana, con las actuaciones en el Music Center de la Limón Dance Company. La carrera de Limón ocurrió en la ciudad de Nueva York y —porque él fue extremadamente reacio, si no definitivamente vago, sobre su juventud en Los Ángeles— es poco sabido que este gran artista creció aquí y que se graduó con honores de la escuela secundaria Abraham Lincoln en 1926, y que estudió arte un año en UCLA. 


Limón Dance Company in Psalm choreographed by Jose Limón. Photo by Beatriz Schiller.

El padre de José Limón, un músico, trajo a su familia al norte en busca de un ambiente estable alrededor de 1915. La Revolución Mexicana había hecho las cosas imposibles en su hogar en Culiacán, Sinaloa. Al llegar a Los Ángeles a los 6 años —veterano ya del caos, la violencia y la muerte— Limón era un alma tímida perdida en la gran ciudad. La familia se mudó varias veces en los vecindarios de inmigrantes. Su aislamiento aumentó cuando su querida madre murió en el parto de su decimotercer hijo (sólo seis sobrevivieron). Aislado de su padre y destruido por la pérdida de su madre, un Limón rebelde se embarcó en un viaje en solitario que duraría toda su vida.

En la secundaria Lincoln, Limón, un estudiante brillante, había mostrado talento para dibujar y pintar. Se movía en un círculo de hombres jóvenes, todos artistas autodidactas como él, que se identificaban con el izquierdismo bohemio del Este de Los Ángeles. Al acompañar a sus amigos a Nueva York a los 19 años, Limón rechazó a Los Angeles como una tierra culturalmente árida a la cual nunca regresaría. Posteriormente se reinventaría como un “José Limón mexicano”, prácticamente eliminando a Los Ángeles de su biografía. En un invierno particularmente duro en Manhattan, donde trabajaba de conserje, Limón desistió de su futuro como pintor. Un encuentro fortuito en 1929 con la danza moderna (una amiga le compró un boleto) cambió el mundo de Limón. El sensible pero reprimido joven se identificó tan poderosamente con la forma de expresión no verbal, que sintió que había encontrado su camino. Se inscribió en clases la semana siguiente y tres meses después hizo su debut profesional como bailarín.

Durante los siguientes 15 años Limón fue solista de la compañía de danza Humphrey-Weidman, en ese entonces uno de los principales grupos de Nueva York.


Limón Dance Company in The Unsung choreographed by Jose Limón. 

Limón lidió con los retos de la danza moderna y no siempre exitosamente. Comenzó tarde, a los 19 años, y había sido corredor de distancia, lo cual le endureció los músculos de las piernas que, para la ejecución de la danza moderna, deben estar sueltos y flexibles. La solución fueron largas noches de ejercicios de estiramiento en estudios de danza sin calefacción.

El haber crecido en un hogar mexicano tradicional, con su modestia y formalidad, hacían traumática la exhibición de su cuerpo en las vestimentas ajustadas de la danza. Pero algo más fuerte lo impulsaba: el público de Nueva York nunca había visto algo como Limón —un bailarín masculino alto, fornido y apuesto con un toque exótico. La adoración del público ayudó a mitigar su sensibilidad. Producto de la cultura machista, Limón no solamente había escogido trabajar en un campo dominado por las mujeres sino que, además, era homosexual. Escogió también una carrera en la cual la pobreza era prácticamente una garantía y que no iba con su ética mexicana de trabajo: no podía contribuir con su salario al bienestar de su familia en Los Ángeles. Pero ninguno de estos contratiempos, conflictos o tormentos lograron despistarlo del baile… o de hacer bailes. Al regresar a Nueva York en 1946 tras el servicio militar durante la Segunda Guerra Mundial, Limón lanzó su propia compañía con su mentora Doris Humphrey como directora artística. Desde esa plataforma Limón crea una obra de unos 70 bailes, incluyendo cuatro piezas maestras: The Moor’s Pavane, There Is a Time, A Choreographic Offering, y Missa Brevis (parte del programa que la compañía ofrece este fin de semana en el Music Center).

Es importante señalar que la primera danza para grupo que Limón creó para su compañía fue, en 1949, La Malinche, basada en la historia de la amante y traductora de Hernán Cortez. Con frecuencia Limón se inspiró en temas mexicanos, tratando de exponer y educar al público estadounidense sobre la historia y la cultura latinoamericana. Otras piezas similares fueron Danzas mexicanas (1939), Ritmo jondo (1953), y Carlota (1972). En 1951 el artista mexicano Miguel Covarrubias, entonces director de la Academia de la Danza del Instituto Nacional de Bellas Artes, invitó a Limón a Ciudad de México, donde fue recibido como un gran artista y pudo codearse con las más destacadas figuras del ámbito cultural mexicano. Hacía 35 años que había abandonado el país. En este período Limón creó varias danzas con música de Carlos Chávez y escenografía de Covarrubias; una de ellas se basó en Los cuatro soles, una pieza sinfónica masiva sobre el mito azteca de la creación. De estas piezas la única evidencia que existe es la fotográfica. Recordaré, una pieza nueva del coreógrafo angelino Lar Lubovitch, rinde homenaje a las piezas perdidas de este periodo de Limón en Ciudad de México.

“El alto nivel emotivo de José me habla directamente a mí”, dice Lubovitch, quien estudió danza moderna con Limón en la escuela Juilliard en los años 60. “Los sentimientos son mostrados como lo que son, sin las técnicas de ironía o cinismo, que distancian. La danza moderna hoy está sujeta por una ironía que, pienso yo, es sobreestimada”. El bailarín de San Diego Pablo Ruvalcaba hizo la secundaria en Tijuana y también estudió en Juilliard. El bailará el papel principal en la Missa Brevis de Limón este fin de semana en Los Ángeles. “Nadie está creando piezas con el contenido pasional de Missa”, dice Ruvalcaba. “La oportunidad de bailar el papel inolvidable del Forastero [The Outsider] en Missa es mi razón para quedarme en la compañía”, añade, refiriéndose a un solo conmovedor que es considerado un momento fundamental en la obra de José Limón. 


Limón Dance Company in Psalm choreographed by Jose Limón. Photo by Beatriz Schiller.

Missa Brevis, puesta a música compuesta durante la ocupación nazi de Hungría por el compositor Zoltán Kodály, trata sobre la reconstrucción europea después de la guerra y fue inspirado por un viaje de Limón a Polonia. Pero Ruvalcaba dice: “Yo encuentro en ella un misticismo casi mexicano. Está en la humildad y el respeto, la aceptación de Dios, a la misma vez que el desafío sobre la condición humana”.

“José aceptaba su mexicanismo, lo absorbía y lo llevaba a otro nivel. Fue creador de obras que verdaderamente le hablan a toda la humanidad”. Carla Maxwell, antigua bailarina principal de Limón y ahora directora de la compañía, está de acuerdo: “José se veía a sí mismo absolutamente como un estadounidense. Sirvió en el ejército y creó un baile de protesta sobre los juicios de McCarthy, The Traitor (1950), mientras estaban sucediendo, no 50 años después”, dice. “La Limón Dance Company fue la primera en visitar Asia, Europa y Sudamérica como parte de un programa de intercambio cultural del Departamento de Estado. Representó a nuestro país en el más alto nivel y bailó en la Casa Blanca para el presidente Lyndon Johnson”.

“Por otro lado”, añade, “la obra de José Limón trasciende raza y nacionalidad. El coreografió sobre la humanidad en el nivel más profundo: el significado de estar afuera y ser un extranjero, el significado de contradecir su propio destino y lo que significa el no tener nada más que ofrecer al mundo que su propia autoestima como ser humano. Este tipo tuvo cualquier excusa y razón para abandonar la sociedad y cada día de su vida decidió hacer lo contrario. El contribuyó”. 

Por Debra Levine 

www.laopinion.com

Limón Dance Company


Jose Limón. Photo 1965 Martha Swope from Encyclopedia Britannica Online

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