Muere el coreógrafo Maurice Bejart
El coreógrafo francés Maurice Béjart, uno de los fundadores de la danza contemporánea, ha muerto a los 80 años, según ha informado el Béjart Ballet Lausanne (BBL), que dirigía desde hace una veintena de años en la ciudad suiza de Lausana de la que toma el nombre.
Con sus ojos de un azul profundo, Maurice Bejart, que se había convertido al Islam en 1973, se hizo la imagen mística que ha impregnado el conjunto de su obra.
En total, Maurice Bejart creó 140 coreografías a través de las cuales expresó su pasión por los viajes y su gusto por el mestizaje. Cine, teatro y ópera se mezclaban en sus creaciones, que no sólo combinaron géneros, sino también épocas, estilos y civilizaciones.
La ciudad de Lausana había anunciado la semana pasada que el coreógrafo había sido hospitalizado por segunda vez en un mes para seguir un tratamiento cardiaco y renal estricto que se iba a prolongar varias semanas.
"Maurice Bejart falleció esta noche a las 00H25 locales en el CHU (Centro Hospitalario) de Lausana", precisó el escritor Francois Weyergans, premio Goncourt 2005, y amigo cercano del coreógrafo.
A pesar de una salud delicada, el artista seguía diariamente las actividades de su compañía y en especial los ensayos de "La vuelta al mundo en 80 minutos", cuyo estreno mundial está previsto para el 20 de diciembre en Lausana. La gira mundial propiamente dicha arrancará después de la presentación en Paris, prevista para febrero de 2008. A mediados de octubre, Bejart fue hospitalizado varios días a raíz de un gran cansancio.
Nacido el primero de enero de 1927 en Marsella (sur de Francia), Maurice Berger, que más tarde y en homenaje a Moliere, adoptaría el patronímico de su esposa, Armande Bejart, era el hijo del filósofo Gaston Berger.
Maurice Bejart quería que la danza fuera el "arte del siglo XX". "He sacado la danza de las salas de ópera para llevarla a los Palacios de Deporte, a los Juegos Olímpicos y al Festival de Aviñón", solía afirmar Bejart, orgulloso de haber hecho posible que un público masivo tuviera acceso a su disciplina. Con sus ojos de un azul profundo, Bejart, que se había convertido al Islam en 1973, se hizo la imagen mística que ha impregnado el conjunto de su obra.
En total, Maurice Bejart creó 140 coreografías a través de las cuales expresó su pasión por los viajes y su gusto por el mestizaje. Cine, teatro y ópera se mezclaban en sus creaciones, que no sólo combinaron géneros, sino también épocas, estilos y civilizaciones.
Con sólida formación clásica, Béjart también dedicó una importante parcela de su vida a educar a los bailarines. Fundó escuelas en Francia, Bélgica y Suiza, donde vivía desde hacía varios años. En Lausana, la ciudad donde ahora vivía, su compañía preparaba un nuevo montaje: La vuelta al mundo en 80 minutos.
Ginebra, 22 nov (EFE-RHC)
Maurice Béjart - Cyril Le Tourneur - Saola - Liaison Agency
Maurice Béjart - © Réalisateur Marcel Schüpbach
Un innovador que quiso ser el primer servidor de la danza
Nacido en Marsella (sur de Francia) el 1 de enero de 1927, el niño Maurice tuvo el gusto por el teatro gracias a su padre, un filósofo y escritor que decidió meterle en una escuela de baile a los trece años, cuando los médicos le aconsejaron alguna actividad física para superar una enfermedad.
Alentado por sus profesores, que ven buenas condiciones de bailarín, Jean Maurice Berger da el paso de convertirse en profesional e incorpora a su nombre el apellido artístico de Béjart en honor a la mujer de Moliére, dramaturgo al que admiraba.
'Sansón y Dalila' fue la obra de debut del Béjart bailarín en la Opera de Marsella, aunque unos años más tarde se trasladó a París, donde estudió y se licenció en Filosofía, al tiempo que prosiguió sus clases de danza y coreografía. Buen bailarín, la gran aportación de Béjart fue la coreografía, una actividad en la que empezó a comienzos de los años 50, una época en la que creó su primera compañía.
Ya se advertía un cierto espíritu transgresor y moderno que no dejaba indiferente.
Con esa compañía, Béjart fue, entre otros países a España, un país en el que recorrió todos sus ciudades y pueblos, 'hasta lo más pequeños', así que solía decir que conocía 'mejor este país que Francia', y que allí se reencontraba con su 'juventud'.
París, Estocolmo y Bruselas son los destinos laborales de Béjart, que crea a buen ritmo coreografías y compañías y se apoya en la música de algunos de sus compositores preferidos, como Stravinsky, Beethoven, Debussy y Wagner. Es en los años 70 cuando evoluciona hacia la concepción no sólo de piezas, sino de espectáculos que requieren que los artistas sean capaces de bailar, cantar y actuar y está atento a otros componentes, como el vestuario, las luces y el decorado.
'Para mí la compañía es lo más importante. Yo creo gracias a los bailarines y para ellos', decía el artista, que también extendió su actividad a la escritura, puesto que en 1962 publicó su primera novela: 'Mathilde' y en 1979 un libro de memorias titulado 'Un instante en la vida del prójimo'.
El año 1987 marca un giro en la carrera de Béjart puesto que, en desacuerdo con el director del Teatro de la Monnaie de Bruselas, Gerard Mortier, decide acabar su actividad en esa ciudad y se traslada a Lausana, donde ha permanecido hasta el fin de sus días.
En la ciudad suiza optó por renunciar a las grandes producciones y rebajar el tamaño de su compañía la Escuela de Ballet de Béjart para, según sus palabras 'encontrar la esencia de la interpretación'.
En su repertorio hay más de doscientas coreografías, entre las que figuran: 'El pájaro de fuego', la 'Novena Sinfonía' de Beethoven, 'La misa del tiempo presente', 'Malraux o la metamorfosis de los dioses' y 'La consagración de la primavera'.
Ese bagaje no le impidió asegurar que 'un coreógrafo no es el dueño de la danza, sino su primer servidor'.
Premiado con diferentes galardones en todo el mundo, hace unos meses cumplió ochenta años y entonces dijo no temer a la muerte, 'porque no se puede evitar' y que hoy se ha llevado su vida y ha dejado la leyenda.
EFE
A scene from the Maurice Béjart's 'The Nutcracker', with the projected image of Maurice Béjart. DVD screenshot © 2000 RM Associates
MAURICE BÉJART © PHILIPPE PACHE
en Danza Ballet
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Atlante de la coreografía
El mundo dancístico aún llora la partida de Maurice Béjart
Si hubiera que establecer un canon de la coreografía balletística del siglo XX (que en realidad no está consensuado ni redactado), la terna fundamental y básica sí está clara para todos: Mijail Fokin, George Balanchine y Maurice Béjart. Se pueden agregar nombres a placer, pero ellos son los atlantes que sostienen el orbe coréutico, todo lo que vino después, todo lo que es.
Maurice (Berger) Béjart nació en Marsella el 1 de enero de 1927, fecha discutida por algunos biógrafos, que la retrotraen hasta el mismo día de 1924, hijo del filósofo y ensayista Gaston Berger, estudioso de China, de las filosofías orientales y las religiones antiguas. Empezó a estudiar ballet en una escuela local marsellesa con Madame Gianassi y de allí, por consejo suyo, pasa a los legendarios estudios privados de París, recalando primero en el de Léo Staats. Toma clases con Lubov Egorova, Madame Rousanne y Nora Kiss, haciendo sus primeros viajes a Londres para estudiar con Vera Volkova. En 1945 vuelve a Marsella y entra en el cuerpo de baile del ballet de la ópera, bailando en unas galas veraniegas ese año en Vichy, lo que él mismo consideraba su debut personal. En 1946 Léo Staats le abre de nuevo las puertas de sus cursos en París y comienza a bailar como solista y “partenaire” ocasional de Solange Schwarz, Janine Charrat e Ivette Chauviré. También bailó con la sueca Elsa Marianne Von Rosen, a quien había conocido antes de su lanzamiento en los Ballets de Monte-Carlo.
Después de un histórico recital con Roland Petit en 1949, parte hacia Londres fichado para la gala “Stars of the ballet”, con la Von Rosen, de donde es contratado para el L´International Ballet, que animaba Mona Inglesby (también ejercía de bailarina principal y coreógrafa) comenzando largas giras por todas las provincias del Reino Unido. Un año después se establece en Estocolmo y allí crea su primer “pas de deux” importante para la suiza Ellen Rasch, pieza que se integró en un filme musical que se realizó en 1951 y se estrenó en 1952, “Eldfageln”, dirigido por Hasse Ekman y protagonizado por el barítono italiano Tito Gobbi. Maurice hacía un pequeño papel, el del solista Alex y bailada dos veces con Ellen Rasch, una sobre una canción con texto de René Clair (“À Paris dans chaque fabourg”) y música de Jaubert. Al final hacían un fragmento de “El pájaro de fuego” de Stravinski. Trabaja tres meses con Birgit Cullberg, gran fundadora del ballet moderno no sólo sueco, sino europeo.
De regreso a París trabaja en varias galas-homenaje presentadas en el Palais de Chaillot, siempre dedicadas un compositor: Chopin, Chaikovsky, Beethoven. Pasa un año en el servicio militar obligatorio y ya en 1953 empieza su carrera de nuevo con un “Homenaje a Chopin” en el Teatro de La Estrella, creándose enseguida los Ballets Romantiques, bajo la dirección del crítico Jean Laurent, cambiando seguidamente de nombre a Ballet de l´Étoile alternando composiciones clásicas con propias.
En 1955 llega una obra clave: Symphonie pour un homme seul' (con música de Pierre Henry y Paul Schaeffer) y en 1956 se filma. Esta obra marca el comienzo de una larga colaboración entre Béjart y la música concreta, y la repuso muchas veces hasta 1984.
En 1957 la pequeña compañía cambia de nombre y de director: “Ballet-Théâtre de Paris de M. Bejart”, llevado al éxito por el empresario Ricardo Henriques-Pimentel. El estreno de “Prometeo” merece el premio Noel Boyer, que concede un tribunal de críticos. En 1959 hace su primer ballet expresamente para la televisión durante su primera gira por Bélgica. Ese mismo año se van a América Latina hasta que regresan al Teatro de los Campos Elíseos. Por intervención y ayudado por Maurice Huisman, director del Teatro Real de la Moneda de Bruselas, Béjart crea en diciembre una primera versión de “La consagración de la primavera”. Es tal el éxito, que Huisman le propone que se instale en Bruselas y así se funda en 1960 “El Ballet del Siglo XX”.
En 1964 la Ópera de París le invita a montar “La condenación de Fausto”, que levanta polvaredas entre un sector y del público y acidez por la crítica. Va con la compañía a Israel. Monta la “Novena Sinfonía” y pone en marcha, casi sin avisar, un género nuevo: un ballet capaz de llenar estadios y hacer vibrar a masas de miles de espectadores, desde Nervi a Atenas, desde Buenos Aires a Edimburgo. Es el ballet moderno que se hace contemporáneo.
Hace ahora 20 años (exactamente en junio de 1987), Béjart deja Bruselas y disuelve “El Ballet del Siglo XX” por discrepancias administrativas y se cierra su Escuela Mudra. Se traslada a Lausana, donde es recibido con honores y se le facilita abrir una nueva escuela: Rudra, para la enseñanza integral de los bailarines, uno de sus sueños, además de una nueva compañía, el Béjart Ballet Lausanne, de formato algo más modesto. Atrás queda mucha historia, sus encuentros con todos los grandes bailarines del siglo XX, especialmente Rudolf Nureyev. Al bailarín argentino Jorge Donn le dedicó la que probablemente sea la última de sus grandes obras corales, con los diseños de Gianni Versace, la voz de Freddy Mercury y la música de Queen: “Le Presbytère”.
www.yucatan.com.mx
28 de noviembre de 2007
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Homenaje a Maurice Béjart en Lausana
Desfilan cientos de personas ante el ferétro del bailarín en el Teatro Metropole; en el lugar, se escucharán las piezas musicales que acompañaban a sus obras.
"Él siempre soñó con morir en el escenario. Rechazaba todos los lugares de culto y estaba fuera de cuestión aventurarse en un crematorio. El había acompañado a su bailarín Jorge Donn en 1992 y se negaba a volver a poner los pies en un sitio así. Por eso elegimos un teatro" , afirmó Weyergans en una entrevista que publica hoy el diario "Le Matin".
Admiradores y ciudadanos de Lausana desfilaron ante el féretro con los restos del bailarín y coreógrafo Maurice Béjart, que permanecerá hoy y mañana instalado en el teatro Metropole de esa ciudad suiza que le adoptó como ciudadano de honor.
Béjart, que falleció a primeras horas del pasado jueves a causa del agravamiento de varias dolencias renales y cardiacas, deseaba para su muerte "ceremonias civiles y simples" , según dijo hoy Francois Weyergans, su amigo desde medio siglo y organizador de las ceremonias de adiós al artista.
"Él siempre soñó con morir en el escenario. Rechazaba todos los lugares de culto y estaba fuera de cuestión aventurarse en un crematorio. El había acompañado a su bailarín Jorge Donn en 1992 y se negaba a volver a poner los pies en un sitio así. Por eso elegimos un teatro" , afirmó Weyergans en una entrevista que publica hoy el diario "Le Matin" .
La elección de la sala Metropole se debe a que "era un teatro al que quería mucho y que le hubiera gustado tener a su disposición. Nunca tuvo un teatro suyo. El siempre actuó en teatros grandes pero en éste se desarrollaba mejor su vena intimista" , agregó.
Para el homenaje popular que se prolongará hasta la tarde de mañana, lunes, una banda sonora con algunas de las músicas que Béjart coreografió acompaña la exposición de su féretro.
El movimiento lento de la Novena sinfonía de Beethoven, y otro movimiento bastante triste de la Séptima, así como un fragmento de música india son algunas de las músicas elegidas.
También partes de "Tristan e Isolda" de Wagner, pues el maestro le había confiado que "es lo que escucharía si le quedaran cinco horas de vida" , asegura Weyergans.
"Pensamos que un teatro silencioso no sería agradable" , señaló quien fue, además, la última persona que estuvo con Béjart y quien le vio exhalar su últimos suspiro.
"El ya no tenía muchas ganas de vivir. Estaba cansado y enfermo... me decía 'lo he tenido todo, lo he hecho todo, he dado la vuelta al mundo'", afirma el íntimo amigo del coreógrafo, quien asegura que "he visto morir a un poeta" .
El público que asiste al homenaje podrá también firmar en un libro de condolencias en el teatro.
Tras el cierre de las puertas para el público en general, el lunes por la tarde les tocará el turno de rendir homenaje al maestro a los más allegados, los miembros de su compañía y de su Escuela de danza.
Béjart, uno de los mayores exponentes de la danza contemporánea, falleció a los 80 años y con su muerte "muchos bailarines han perdido un padre, un maestro, una fuente de inspiración" , según el comunicado emitido por su compañía de ballet poco después.
Según sus allegados, Béjart no dejó, a pesar de todo, de trabajar en el hospital, desde donde estaba coordinando su nueva creación, "La Vuelta al Mundo en 80 minutos" , que se estrenará en diciembre.
Ginebra, Suiza
Domingo 25 de noviembre de 2007
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