Nacido en Kiev (1905) su desaparición (Laussanne 1986) representa un gran vacío para la Danza Mundial de este siglo.
Serge Lifar padecía desde hacía algunos años una grave enfermedad. Hace dos años, en diciembre (hecho increíblemente silenciado en la prensa española, y del que encontrareis pocos datos), moría esta gran figura. Lifar era un milagro en sí mismo; hombre activo y amable, excelente maestro y coreógrafo, gran bailarín. En la escena, para todos los que hemos tenido el privilegio de verle bailar, tenía un carisma cálido y sensual, su recuerdo quedaba como algo bello y perfecto.
Lifar y Nikita en ..Romeo y Julieta» (París 1926).
Coreógrafo prolifero e inspirado reunía, al igual que Noverre, Vestris, Fokine y Nijinsky, la doble faceta de buen bailarín intérprete y audaz coreógrafo. La audacia de Lifar, sin embargo, se Circunscribía a la danza académica, a la que actualizó y enriqueció valiosamente. Según sus propias palabras (manifiesto del coreógrafo 1935) «en un ballet el primer lugar lo ocupa la danza. Ésta no debe supeditarse jamás al tema literario, ni tampoco al carácter de la música. La danza debe ser bella y rica en elementos emocionales, lo demás sobra. Había que buscar, además, su absoluta independencia», sin depender para nada de la música ni de la pintura. Había llegado el momento de confeccionar un ballet prescindiendo de la música. No se trataba de bailar en silencio, sino de someter a la música a unos ritmos establecidos previamente, los ritmos de la «esencia divina» de la danza.
Serge LiJar y Alexandra Danilova en Apolo y las Musas. (1928).
ÍCARO Y EL CANTAR DE LOS CANTARES, Fueron resultados inmediatos de estas ideas y sus más complejas y osadas realizaciones.
Lifar fue el gran rey de la danza en la Ópera de París, por su dinamismo y creatividad. Siempre luchó con pasión por la pureza y belleza de su arte, en el cual ocupa una posición privilegiada en la historia de nuestro siglo.
Nacido en Kiev el2 de abril de 1905, Serge Lifar era hijo de un funcionario. Estudió danza protegido y alentado por su madre, mujer culta y hermosa, en la escuela de danza de la Ópera de Kiev.
Allí fue alumno de Bronislava Nijinska, la cual en 1923 le recomendó para que entrara en el cuerpo de baile de los Ballets Rusos de Diaghilev. En esta compañiía se benefició de las ensefianzas de Cechetti, ampliando, además, conocimientos con Legat y Vladimirov.
En 1924 fue nombrado solista, y al año siguiente primer bailarín, hasta 1929, fecha del fallecimiento de Diaghilev. En este último año realizó su primera coreografía, El Zorro, con música de Stravinsky.
De 1929 a 1945 fue director de los Bllets de lá Ópera de París, de los que fue también maestro de baile, coreógrafo y primer bailarín. En esta última especialidad ayudó significativamente a dar nuevo ímpetu a la danza masculina. en 1946, a causa de sus controvertidas actividades durante la Segunda Guerra Mundial, fue destituido de su cargo, pasando a colaborar con el Nuevo Ballet de Montecarlo. En 1947 recuperó su puesto en la Ópera de París y fundó el Instituto Coreográfico de Diaghilev, Lifar se convirtió en el padre de la danza académica en Francia y también, por proximidad, en Españia, a través de cataluñia. Tras despedirse de la escena de la Ópera de París en 1958, no por ello terminó su actividad.
Además de haber fundado la Universidad de la Danza en 1957, continuó escribiendo libros, coreografió ballets, formó parte de jurados internacionales y fue invitado incesantemente por todas las grandes compañías de muchísimos países (Suecia, Finlandia, Argentina, Perú, Portugal, Turquía, Italia, etc.).
Trabajó también en ocasiones en su antiguo «reino», la Ópera de París. Maestro indiscutible, luchador infatigable, Serge Lifar descansa ya para siempre en el París aliado de Nijinsky y Vestris, lugar en el que él mismo se reservó su tumba. Hoy, día internacional de la danza, lloramos la desaparición de este padre y le agradecemos, como maestro y coreógrafo, su valiosa y abundante herencia.
El Zorro, versión de Serge Lifar (1928).
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